Posteado por: vicentecamarasa | 17 enero 2014

Un paseo por la costa valenciana Y SUS DOS MONOCULTIVOS: NARANJAS Y LADRILLO

Un pequeño viaje por la autopista de peaje que une Valencia capital con Denia (ya provincia de Alicante) resulta sumamente didáctico para comprender aspectos de la geografía física y económica.

Si seguimos la dirección propuesta tendremos siempre a nuestra derecha las crestas agrestes de las cordilleras calizas que corren paralelas a la costa.

Originadas en el terciario y asociadas a las Béticas y el Sistema Ibérico, son las responsables de la creación de la estrecha franja costera (sus sedimentos arrastrados por las lluvias torrenciales y potenciados por los traídos por el mar y arrastrados por los vientos de levante)

Antaño mucho más pobladas de bosque mediterráneo (del que apenas quedan pequeños reductos, siendo el pino negro que encontramos fruto de repoblaciones tras los incendios, muchos de ellos provocados), ahora apenas conservan una escasa garriga que hace más peligrosas las lluvias torrenciales (al no ser capaz de sujetar los suelos, provocando avenidas más intensas y con gran cantidad de barro).

Si nos fijamos ahora en nuestra izquierda encontraremos una interminable planicie ocupada por naranjos. Su existencia es mucho más moderna de lo que creemos.

En su origen (y al menos desde tiempos islámicos) la zona se componía de una zona más elevada que pronto se irrigó por medio de una red de acequias creando un feraz huerta, y otra parte más deprimida (y de cuya creación ya hablamos aquí) formada por saladares (en zonas secas) y albuferas (en donde los ríos o las aguas subterráneas aportaban agua dulce. En éstas últimas se inició el cultivo de arroz como aún se practica en la Albufera.

Este paisaje fue cambiando progresivamente por factores naturales (progresiva sedimentación) y antrópicos (rellenado de las zonas palustres), eliminándose poco a poco las albuferas que fueron siendo ocupadas por la huerta.

En un último momento , la huerta fue desapareciendo por el cultivo de los naranjos por su mayor rentabilidad y menor esfuerzo, iniciándose un próspero negocio de exportación de cítricos hacia Europa del Norte.

A todo este proceso hay que añadir el boom turístico de los 60. El sol y playa encontró aquí uno de los lugares más deseados tanto por su clima benigno como por la geografía de sus largos arenales.

Se fueron creando entonces nuevas extensiones de los antiguos pueblos agrícolas (Tabernes, Gandía, Oliva,,,) hasta crear ciudades gemelas junto al mar.

La falta de planificación (y la escasa conciencia medioambiental de la época) llegó a crear verdaderos monstruos urbanísticos entre la playa y los naranjales, con un exceso de edificación y altura que arruinaron los valores medioambientales de la zona (como sucedió en otro lugares de la costa como Benidorm, La Manga, Torremolinos…) y que en la actualidad tienen pocos atractivos para competir con zonas turísticas mejor conservadas, basando su rentabilidad en el número de visitantes, no en la calidad de los mismos (y su gasto mayor).

Por último, no debemos olvidar que la propia autopista que nos ha transportado por toda la zona, ha generado numerosos impactos ambientales, uno de ellos el de cortar el fluir natural de las aguas en las avenidas provocadas por la gota fría, creando inundaciones en nuevos lugares que nunca habían existido.

 

Una gran novela sobre la especulación urbanística en el levante español. Crematorio: Chirbes

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Respuestas

  1. […] Por la costa valencia: calizas, naranjos y turismo […]

  2. […] lugar todavía agreste tan cercano de las grandes urbanizaciones del litoral valenciano (tanto al norte como al […]


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