En el centro de la Península y frente a toda posibilidad nos encontramos un paisaje extraordinario: unas salinas de interior.
En otros post ya nos hemos ocupado de otros ejemplos (Gerri la Sal en el Pirineo o las de Poza de la Sal en Burgos). Como ellas, en Imón se aprovecha un río de aguas salobres (el río Salado) que, al pasar por estratos salinos que han quedado enterrado dentro de las calizas, van erosionando la sal, arrastrándola al volverse soluble en el agua.
Para su extracción se recurre a la técnica tradicional de provocar la evaporación del agua (igual que ocurre en las costeras).
Aunque las salinas se explotan al menos desde el siglo X, los restos que se conservan pertenecen al siglo XVIII, cuando el despotismo ilustrado de Carlos IV decidió modernizar las estructuras económicas del país. (Piensa en la importancia económica que ha tenido siempre la sal, especialmente antes de inventarse las nuevas formas de refrigeración, siendo imprescindible para la conservación de los alimentos)
El sistema utiliza distintas cubetas en donde el agua va evaporándose hasta convertirse en salmuera (de color rosa) para aparecer definitivamente la sal en el último punto.
Como podéis ver, la explotación se encuentra bastante abandonada (aunque desde anteriores visitas la situación parece haberse arreglado, pues anteriormente las cubetas aparecían vacías por completo).
La junta de comunidades las ha catalogado como lugar de interés natural y el paisaje tiene grandes potencialidades para el turismo rural (como ya atestiguan varias casas rurales en su entorno), pudiendo ser el punto de partida de un centro de interpretación histórico y natural que diera más vida a este entorno, cada vez más desertizado.
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[…] Salinas de Imón (Guadalajara) […]
By: PASEOS GEOGRÁFICOS | GEOBIOMBO on 3 junio 2013
at 14:16
El Río Salado es de agua dulce. Lo único salado en este río es su nombre.
By: Carmen on 7 junio 2013
at 8:23