Los barrios de los nativos y de los emigrantes de color eran muy grandes en comparación con la ciudad europea. La ciudad Swaheli, en la carretera al Club Muthaiga, gozaba de dudosa reputación; era un lugar animado, sucio y chillón, en donde a cualquier hora ocurrían cosas. Estaba construida fundamentalmente con latas viejas de parafina aplanadas a martillazos y en diversos grados de oxidación, como el coral, de cuya estructura fosilizada el espíritu de la civilización avanzada se alejaba continuamente. La ciudad Somalí estaba más lejos de Nairobi debido, supongo, al sistema somalí de aislamiento de sus mujeres. En mis tiempos había unas cuantas muchachas somalíes, jóvenes y hermosas, cuyos nombres conocía
Las casas somalíes estaban diseminadas irregularmente por el terreno desnudo y parecía como si hubieran sido sujetas por clavos de cuatro pulgadas para que duraran una semana. Lo que resultaba sorprendente es que cuando entrabas en ellas te encontrabas con interiores ordenados y frescos, perfumados con inciensos árabes, con preciosas alfombras y tapices, vasijas de bronce y de plata, y espadas con empuñaduras de marfil y nobles
Memorias de África (Isak Dinesen)
Deja un comentario