Posteado por: vicentecamarasa | 25 enero 2015

EL VALLE DE GALLINERA (II). LA MONTAÑA ALICANTINA

Parece mentira que apenas un cuarto de hora en coche de la especulación urbanística más brutal se encuentren estos lugares en donde la geografía y la historia (que explicamos aquí) se han aliado para crear rincones de paz y gran belleza.

Muy cercano de Pego u Oliva, el valle tiene una orientación perpendicular al mar que permite la entrada de sus vientos húmedos, lo que unido a una mayor pluviosidad (debido) a su altura que captura las nubes gracias al efecto Fohem, crean un verdadero vergel.

Sin embargo, a veces este agua permanece escondida. La composición caliza de las sierras que lo rodean hace que el agua se filtre y cree bolsas subterráneas (endokarts de lo que ya hablamos aquí), apareciendo a la superficie en las zonas bajas por medio de fuentes (antiguas surgencias encauzadas ya desde tiempos andalusíes).

Por ello es normal encontrar el río Gallinera que ha generado el valle seco en los meses estivales. Una rambla cubierta de adelfas y palmitos que, al atravesar filones de cuarzo, crea un espectacular cauce seco de un blanco brillante.

Las laderas, abruptas u carentes de vegetación (al no existir suelo y quedar la roca madre al descubierto) son atacadas por las lluvias torrenciales, creando profundas cárcarvas

Y lapiaces en cuesta, con los característicos paisajes ruiniformes

La vegetación de la zona, puramente mediterránea, ha sido profundamente modificada por el hombre desde hace siglos. Con las laderas talladas en bancales, podemos encontrar en ellas viñedos, algarrobos, higueras, chumberas pero sobre todo cerezas, una especie del valle del Jerte trasplantado en la geografía que aprovecha los inviernos fríos (gracias a la altitud) y la irrigación artificial.

TODOS NUESTROS PASEOS GEOGRÁFICOS


Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Categorías