Posteado por: vicentecamarasa | 16 febrero 2011

EL OTRO LADO DE LA GUERRA DE IRAK

Os pongo un fragmento publicado por Urogallo en HISLIBRIS

Es corto pero sumamente duro, pues nos relata la Guerra de Irak desde un lado habitualmente olvidado, el de los soldados.

Si lo leéis con atención podréis saber más de quiénes verdaderamente componen el ejército más poderoso del mundo, y entender que el mito de lo estadounidense como país feliz y rico no es del todo cierto

Lo que realmente aterroriza a los soldados americanos en las calles de Bagdad es la evidencia de amputaciones terribles a las que unos servicios médicos futuristas permiten sobrevivir en condiciones impensables. Esos hospitales para guerreros están llenos de hombres cojos, mancos y ciegos. En las más terribles ocasiones, todas esas espantosas mutilaciones se concentran en un solo hombre.

Y esos guerreros son muchachos de 19, 20, 21 años, sacados de pequeñas comunidades y enviados a un lugar lejano y extraño que no entienden al llegar y entienden mucho menos al irse. Carecen de verdadera educación y en la mayor parte de cultura, pero a pesar de ello soportan servicios largos, duros y peligrosos en Irak. Algunos los soportan porque el ejército se convierte en el sustituto de la familia rota de la que proceden. La mayoría simplemente porque el ejército paga bien y cuida de los suyos. Posiblemente sea la única profesión en EEUU donde un joven sin formación ni aptitudes puede ganarse la vida de forma digna y lograr el respeto de su comunidad. Eso sí. Al precio de patrullar un país extranjero donde en cualquier momento una bomba casera puede llevarse sus pies, sus manos e incluso su vida.

Y estos infantes salen a patrullar las calles de Bagdad. Salen a patrullar una ciudad sucia, ardiente, llena de gente empobrecida y temerosa, cuya seguridad tienen que mantener, cuando apenas pueden asegurar la suya propia. Patrullan para mejorar la situación, pero no perciben ninguna mejora real. Lo que si perciben es que sus compañeros mueren y caen heridos, y que ellos tienen que seguir patrullando en un lugar donde no pueden tomar bebidas alcoholicas ni tener acceso a ningún tipo de pornografía. A ninguno se le escapa la ironía de que en cambio si pueden salir a la calle armados.

Vicente Camarasa



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